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Jueves, 01 Junio 2017 19:52

AQUEL MATERIAL DE OFICINA (PARTE 1).

 

   CARPETAS, SELLOS DE CAUCHO, LUPAS, CINTAS DE MÁQUINA, PAPEL CARBÓN, FICHEROS, CARPETAS DE GOMAS...

 

 

   Y muchos más artículos que nos hacen regresar muchos años atrás. Quien no ha visitado con sus padres las antiguas gestorías o las compañías de seguros. Y suerte si algún familiar cercano tenía un despacho... porque para un niño el poder investigar, buscar o descubrir un mundo tan diferente al cotidiano. Poder subirte a esas sillas giratorias y acercarte a esas grandes mesas, utilizar ese material de oficina que parecía tan mágico. Que maravilla eso de ser mayor.

   Aunque en los  años 70´s el concepto de oficina se mantenía muy parecido al de años anteriores fue la época en la que de manera clara en España se desarrollo este sector. Comienza a evolucionar el mobiliario y el material de  oficina. Pero al comienzo de los 80´s con la  irrupción de la informática en el mundo de la empresa, aunque en estos primeros años de manera tímida y a finales de la década de manera más decidida, comienzan a cambiar además el uso de los espacios y  el interés por la ergonomía. Ya hay que pasar muchas horas al dia con la  atención fijada en el  "ordenador personal" lo que provoca que se realicen por primera estudios sobre las posturas , sobre la adaptación del mobiliario  al cuerpo y  sobre la fatiga muscular en el entorno del puesto de trabajo . Pero este proceso se realiza de manera gradual conviviendo 2 conceptos algo diferentes.

   Intentaré recordar de manera ordenada en el tiempo los elementos de este este mundo tan fascinante. Estoy seguro de que excusaréis posibles olvidos pero también  de que os haré recordar cosas que teníais muy olvidadas.

  Hay unos elementos  que no podían faltar en una oficina o despacho. Eran la esencia: las máquinas de escribir y el teléfono. Con respecto al teléfono hemos pasado de aquel armatoste pesado, fabricado en plástico negro, irrompible, con forma de sombrero torero y que debido su contundencia incluso se podría utilizar como "arma peligrosa" en caso de  apuro. Eran aquellos que en su parte central tenían el famoso disco giratorio, un poco lento a la hora de marcar el número, pero en esos años el tiempo tenía otra dimensión; cuando solamente tenías que girar 6 veces el  disco (7 en Madrid y Barcelona y creo que también en Valencia) para contactar con un número de teléfono un número de tu ciudad o provincia. Si querías llamar a otra  provincia tenías que añadir el prefijo solamente. Otro modelo bastante extendido fue el tipo góndola, mas pequeño y manejable. Un avance que quedó muy moderno fueron los siguientes modelos. Ya no era necesario girar el disco, este se sustituyó por teclas numeradas del 0 al 9 lo que le daba mucha más rapidez. Se fueron añadiendo colores diferentes al negro (crema, verde claro, rojo, gris). Pero el tiempo evoluciona y maravillas de la tecnología surgió un modelo en el que al recibir una llamada del exterior si querías enviar esta a otro teléfono dentro de la misma oficina presionabas y hundías una tecla que era luminosa y ¡voilá!. 

   Cada oficinista tenía alguna herramienta imprescindible. Sin ella podía estar perdido y su efectividad reducirse al mínimo: su agenda telefónica. Era el poder reunido en un  pequeño espacio. Desde la agenda tipo libreta dividida en letras hasta la agenda con disco que tuvo bastante difusión: imitaba a un teléfono. Estaba fabricada en plástico duro o metal y en el centro tenía un disco similar al del teléfono pero en vez de números figuraban letras. Al girar el disco la agenda se abría por la letra marcada. Una variación de este modelo cambiaba el disco por una pestaña móvil con la que fijabas la letra. Y finalmente recuerdo aquel modelo en plástico que servía de base al teléfono que tenía unas pestañas en las que al presionarlas salía un cajoncito con la letra seleccionada.

   Y en esos tiempos todo el mundo fumaba en el trabajo, los clientes, los empleados, los directivos. A veces debido a la concentración de humos estas oficinas parecían un tugurio de Chicago. Para poner un poco de orden en este aspecto había ceniceros por todas las mesas, esquinas, salas de espera, despachos. Desde el sencillo de plástico con forma ondulada pasando por aquel que tuvo mucho éxito y que consistía en despositar la ceniza sobre la superficie y calcar una varilla central; al accionarla caía a un depósito consiguiendo dejar fuera de la vista las cenizas y colillas. Pero lo divertido era que giraba y giraba.

   Y seguiremos escribiendo en próximas entregas sobre oficinas y despachos... y es que este tema da para mucho.

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